Anomalías de temperatura en aguas superficiales del Atlántico Norte a 8 de octubre. Crédito: NOAA.

Anomalías de temperatura en aguas superficiales del Atlántico Norte, a 8 de octubre. Crédito: NOAA.

14.10.11. Especialmente destacables son las anomalías positivas de temperatura que se han ido formando en las últimas semanas en las aguas superficiales de todo el Atlántico Norte, con especial énfasis una amplia zona marítima que rodea a la Península Ibérica y alcanza hasta las Islas Azores y las Islas Canarias.

Estas anomalías son una expresión de energía acumulada en las aguas y que puede ser puesta en juego por los sistemas de bajas presiones, tanto de tipo tropical como extratropical. Sin embargo, no es tan importante el valor absoluto de estas anomalías en aguas superficiales como que esta anomalía se extienda hacia aguas más profundas.

 

De hecho, lo que realmente ha de ser tenido en cuenta es que una anomalía positiva de temperatura, además de existir, ocupe un estrato dado de aguas en la superficie. Esta circunstancia es de una gran importancia en la evolución de los ciclones tropicales, por poner un ejemplo claro. Estos sistemas de baja presión se alimentan de la energía contenida en el océano, dejando tras de sí un rastro de aguas más frías. Estas aguas más frías surgen de dos formas distintas: una, por el robo de energía en sí mismo producido por el paso del ciclón tropical; y otra, por el afloramiento de aguas más frías que ocupan estratos más profundos del océano.

Sin embargo, esta circunstancia de anomalías de temperatura que no sólo afectan a la superficie sino que se extienden por todo un estrato de un grosor determinado, también es muy importante como reservorio de energía para ser puesto en juego por sistemas de baja presión no tropicales, como borrascas comunes y, especialmente, situaciones típicas del otoño en nuestro país, como son los embolsamientos de aire frío en altura. Este último tipo de situaciones, en compañía de otros ingredientes en proporción favorable, permiten que la energía del mar sea puesta en juego, dando lugar a episodios de lluvias torrenciales muy destacados.

Un océano o mar caliente, en sí mismo, no constituye un peligro potencial. Pero no hay que dejar de estar vigilantes porque es un ingrediente más que, en condiciones adecuadas, puede amplificar los efectos de un episodio de lluvias torrenciales y tormentas severas.

En el foro de debate se está siguiendo la evolución de estas anomalías. Por otro lado, también se están siguiendo los modelos meteorológicos, que comienzan a apuntar cambios para la recta final de mes. No perderemos de vista la evolución de estas anomalías, y cómo pueden ser puestas en juego por sistemas de baja presión o situaciones inestables que se aproximen a nuestro país.