Analizamos el proceso que explica cómo se forman las granizadas

Cuando llega la temporada de las grandes tormentas, el granizo aparece, presentándose como uno los meteoros más agresivos conocidos. Por ello, vamos a conocer cómo se forman las granizadas.

La bibliografía está repleta de acontecimientos que relatan históricas granizadas, por su extensión o bien por el tamaño de sus piedras.

Unas veces, se confunden por su forma y tamaño con las nevadas y en otras ocasiones, los bloques de hielo, aunque cayendo de forma más aislada, son capaces de alcanzar un diámetro descomunal y provocar un efecto destructivo total en el campo o en la ciudad.

¿Cómo se forman las granizadas?

El granizo, o pedrisco si alcanza un gran tamaño, se forma a partir de núcleos de condensación, de igual modo que otros hidrometeoros.

Estos núcleos de condensación pueden ser muy variados, tales como partículas de polvo, carbonilla, otras diminutas gotitas de lluvia congeladas, hojas, o incluso un insecto puede servir de núcleo de condensación.

Proceso de acreción

Así, cuando gotas de lluvia en estado de subfusión chocan con estos elementos, se convierten en hielo de forma automática, dando comienzo el proceso de formación del granizo.

Según nuevas gotas subfundidas van chocando con el embrión de granizo, éste va adquiriendo tamaño en un proceso que se denomina acreción.

Capas como las cebollas

El aspecto de capas (como una cebolla) que presentan a veces las piedras de granizo se debe a las diversas fases que atraviesa dentro de la nube, interviniendo en el proceso de acreción gotas subfundidas de diferentes tamaños.

Debido a ascensos y descensos dentro de la misma nube tormentosa, el granizo experimenta procesos de fusión parcial o congelación de gotas de lluvia líquida con temperatura por encima del de congelación (capas claras o transparentes).

Y posteriormente, nueva congelación y adición de nuevas gotas subfundidas (capas más blancas).

Las corrientes en las nubes de tormentas, clave para conocer cómo se forman las granizadas

A la vez que el granizo crece, su peso aumenta.

Por lo tanto, las corrientes ascendentes que dan vida a la tormenta tienen que ser lo suficientemente intensas como para que la piedra de granizo, debido a la fuerza de la gravedad, no caiga hacia la superficie terrestre.

Es decir, el pedrisco de mayor tamaño se forma en tormentas con corrientes ascendentes muy violentas, y esto sólo sucede con tormentas severas.

Un equilibrio térmico y de humedad

Es necesario, asimismo, que el nivel de congelación (isoterma de 0ºC) no se encuentre muy alta.

De este modo, cuanto más bajo esté, más tiempo permanecerá la piedra de granizo con una temperatura por debajo de la de congelación del agua, y más grande podrá hacerse.

Bajo esta primera condición, una gran cantidad de humedad y por tanto de agua precipitable también va a ayudar a la génesis de granizo.

Y un tercer elemento básico que interviene en la formación del pedrisco son los estratos de aire seco.

Si este penetra en una tormenta bajo condiciones adecuadas de cizalladura, provoca fenómenos de evaporación que enfría el ambiente, ayudando a que el punto de congelación esté más bajo.

Una herramienta predictiva: los radiosondeos

Los radiosondeos tienen una gran importancia, a la hora de predecir este tipo de fenómenos.

Especialmente al poderse detectar inestabilidad atmosférica, cómo se distribuye la humedad a lo largo del perfil atmosférico, y cuál es el perfil de viento en toda la capa (cizalladura, tanto direccional como de velocidad).

Radiosondeo en Omaha, Nebraska, EEUU, 03.07.1999, 00 UTC. Crédito: Universidad de Wyoming.
Radiosondeo en Omaha, Nebraska, EEUU, 03.07.1999, 00 UTC. Crédito: Universidad de Wyoming.

Un efecto colateral de la intrusión de aire frío en una tormenta, es el de aumentar la potencia de las corrientes descendentes.

Esto hace que se abran de forma literal, auténticas cascadas de granizo desde las nubes de tormenta, ya que estos reventones ayudan a arrastrar en un ambiente frío al granizo formado en el seno de la tormenta.

En el radiosondeo anterior, se detecta la presencia de aire seco a partir de niveles medios y una atmósfera muy inestable, con cizalladura direccional.

Existe una capa de inversión térmica a la altura de 800 hPa aproximadamente pero, siendo rota por algún mecanismo de disparo adecuado (un accidente orográfico, un fuerte calentamiento superficial…), la convección profunda y organizada está garantizada.

En resumen

Por tanto, básicamente, una tormenta debe de ser muy intensa para que sea capaz de generarlo.

Cuanto más intensa y organizada, más probabilidades tendremos de que se produzca granizo, especialmente a finales de primavera, verano y comienzos del otoño.

Un correcto balanceo de estos ingredientes en la ecuación, es la que conduce a los distintos tipos de tormentas de granizo que conocemos.

Una de las piedras de granizo erizado que cayó en Villa Carlos Paz, Argentina, el pasado 8 de febrero de 2018. Fotografía: Victoria Druetta.

Bien pedrisco muy grande, que cae de forma aislada primero sin lluvia, y después como un auténtico bombardeo.

O granizo más menudo, pero cae cae en enormes cantidades, generando importantísimas acumulaciones.