Las tormentas eléctricas de nieve son un fenómeno meteorológico muy poco frecuente

Las tormentas eléctricas de nieve son un fenómeno meteorológico muy poco frecuente, que se logran ver en muy contadas ocasiones. Además, por las especiales condiciones atmosféricas que tienen lugar durante una nevada, es más complicado oír un trueno o ver un relámpago en plena ventisca.

Tanto es así que se han llevado a cabo algunos estudios científicos para demostrar su existencia y comprender la dinámica atmosférica que los provoca.

No hay mucha documentación gráfica al respecto, pero como las meigas, las tormentas de nieve, haberlas haylas.

Las raras tormentas eléctricas de nieve

Hasta principios de este siglo los meteorólogos no habían sido capaces de identificar con fiabilidad en sus pronósticos la llegada de tormentas eléctricas de nieve, y mucho menos estudiar su funcionamiento interno.

Pero afortunadamente, hoy en día, las nuevas tecnologías de observación meteorológica desde el espacio han permitido a los científicos comprender la génesis y evolución de este tipo de tormentas.

Los científicos creen que las tormentas eléctricas de nieve están causadas por las mismas condiciones que provocan una tormenta de verano.

Es decir, las turbulencias en la atmósfera hacen que el aire húmedo y relativamente caliente cerca de la superficie de la tierra se eleve, donde se condensa para formar nubes llenas de agua líquida sobreenfriada.

Dicho de otra forma: diminutos cristales de hielo y una especie de granizo blando (llamado graupel en algunas zonas de Sudamérica), bolas de hielo o granizo menudo.

Cuanto más choca esa mezcla en el interior de la nube, crecen las probabilidades de que se generen cargas eléctricas y en un momento dado, generase el rayo.

Conjeturas sobre la aparición de las descargas eléctricas

Pero Sebastian Harkema, un científico de la Universidad de Alabama en Huntsville de Estados Unidos, gran estudioso de las tormentas eléctricas de nieve, cree que no sabemos a ciencia cierta cómo o por qué se produce este proceso en invierno.

Durante una tormenta invernal, el aire caliente cerca del suelo sigue estando muy frío, o bajo cero, al elevarse hacia la atmósfera, aún más fría, produce menos agua líquida sobreenfriada, la que se sabe que es la más importante para producir las tormentas de verano.

Por otra parte, el trabajo de este científico ha logrado demostrar que ciertos elementos urbanos como las altas torres de radio que conducen la electricidad pueden ser responsables de generar más nieve torrencial en las zonas urbanas.

La torrencialidad de la nevada y las tormentas

No es el primer trabajo en este sentido. Por ejemplo, un estudio científico que data de 2006 logró demostrar que el 86% de las nevadas con tormenta eléctrica estaban asociadas a eventos de precipitación que provocaban nevadas torrenciales, es decir, de más de 15 centímetros en un periodo de 24 horas.

Algo que está confirmado por muchos observadores meteorológicos que casi siempre han reportado este tipo de tormentas cuando se han producido nevadas muy copiosas.

No es fácil, por otra parte, que se reporten este tipo de tormentas: la nieve absorbe muy bien las ondas sonoras, por lo que los truenos sólo se oyen si el rayo se produce a pocos kilómetros.

Además, el sonido amortiguado del trueno también puede confundirse fácilmente con una máquina quitanieves, por ejemplo y, por último, es más difícil distinguir un relámpago en el fondo de un cielo blanco y brillante.